
El lado constructivo del estrés: cómo puede impulsar tu desempeño laboral
Aunque solemos vincular el estrés con agotamiento y ansiedad, la ciencia demuestra que no siempre funciona como un freno. Una investigación reciente de Portland State University (PSU) revela que, bajo ciertas condiciones, el estrés puede convertirse en un aliado para mejorar nuestro rendimiento profesional.
Según el estudio publicado en el Journal of Occupational Health Psychology, no todos los tipos de estrés afectan de la misma manera. Para llegar a esta conclusión, los investigadores observaron durante varias semanas a 185 colaboradores de distintas empresas y descubrieron que existen dos categorías principales de estresores: los de “desafío” y los de “obstáculo”. Cada uno influye de forma distinta en la motivación, las emociones y los resultados en el trabajo.
Los estresores de desafío son aquellas demandas laborales que requieren esfuerzo, pero que al mismo tiempo abren la puerta al crecimiento. Asumir un nuevo proyecto, liderar un equipo por primera vez o desarrollar una habilidad técnica son ejemplos de presiones que pueden generar sensaciones positivas. Cuando las personas sienten que un reto contribuye a su desarrollo, aumentan la satisfacción y el compromiso, impulsando el desempeño laboral.
En contraste, los estresores de obstáculo son aquellos que interfieren con el trabajo sin aportar valor. La burocracia excesiva, la falta de claridad en las funciones o las normas contradictorias son barreras que solo generan frustración. Este tipo de estrés está más asociado con el agotamiento, la pérdida de motivación y un menor rendimiento.
Una conclusión que destaca del estudio es que estos efectos se observan de forma similar sin importar la cultura. Los investigadores compararon a un grupo de trabajadores estadounidenses durante doce semanas con otro grupo de China evaluado por tres semanas. En ambos casos, los resultados fueron coherentes: los desafíos potencian el rendimiento, mientras que los obstáculos lo deterioran.
Las organizaciones y, especialmente, los líderes tienen una influencia directa en cómo se vive el estrés dentro del equipo. Gestionar adecuadamente las demandas, simplificar procesos innecesarios y aclarar responsabilidades puede marcar la diferencia entre un entorno que impulsa el desarrollo o uno que lo frena. Asimismo, acompañar a los colaboradores cuando enfrentan plazos ajustados y ofrecer retroalimentación oportuna reduce la probabilidad de que la presión se convierta en un obstáculo.
El estrés no siempre es negativo. Cuando proviene de retos significativos, puede activar la motivación, promover el aprendizaje y elevar el desempeño. La clave está en identificar qué tipo de estrés estás viviendo y en construir entornos laborales donde los desafíos superen a los obstáculos.
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